Hace casi 400 años Juan Bautista de la Salle nació en Reims. Antes de tener 20 años ya era sacerdote y doctor en teología. Quedo huérfano muy joven y luego de ver los padecimientos de los pobres, y la nula educación para sus hijos, abandonó sus comodidades, dejó su inmensa fortuna y dedicó su vida a formar maestros. Fundó la primera escuela de profesores, la primera correccional y luego fundó la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, o simplemente la Congregación de los Hermanos de la Salle. Enfrentó una férrea oposición del establecimiento de la época por pretender lo impensable, estrategias innovadoras y revolucionarias: educación gratuita, re-inserción de jóvenes delincuentes a la sociedad; un reglamento para los maestros; varios libros de educación y urbanidad; por último, tal vez lo más revolucionario, enseñó en la lengua de los educandos y no, como era hasta ese entonces, en el obligatorio, exclusivo y excluyente latín. Por todo eso, el 15 de mayo de 1950, ya siendo santo, fue declarado patrono universal de los educadores.
Más que lecciones o materias, un maestro es aquel que deja huella, enseña con el ejemplo. ¿Qué puede ser más importante para una sociedad que mejorar la vida de un niño?
La realidad de los maestros en Colombia es, al menos, dolorosa: hay cerca de 500 mil maestros; casi 70% está en el sector oficial y en el área urbana; en promedio, cada maestro tiene a su cargo más de 40 estudiantes; su salario, en promedio, es de dos o tres salarios mínimos, esto es, 7% menos que el resto de trabajadores y 18% menos que las ocupaciones que atraen a los bachilleres más hábiles; por último, la celebración del día del maestro es cada vez más opaca e, inclusive, inexistente.
No es extraño que la educación colombiana saliera mal calificada en los últimos años. De forma injusta la responsabilidad de tal descalabro se les atribuye a los maestros cuando son solo una parte de la educación colombiana. Los padres son fundamentales. Está demostrado que los estudiantes se esfuerzan más por estudiar y desertan menos cuando los padres son aliados educativos. Pero más del 34% de los hogares colombianos solo tienen a la madre. Si queremos ser la nación más educada de Latinoamérica tenemos una larga tarea, empezando por agradecer a nuestros maestros. Y como resume muy bien la doctora Marta Mercedes Fernández Guerrero, en la segunda edición de su maravilloso libro “Enseñanza diferenciada e integradora: una propuesta de enseñar para la vida”, los agentes educativos son los padres, el profesor y el estado; y de las 12 claves para el progreso socioeconómico de los países, resalta tres relacionadas directamente con el maestro: formar buenos docentes, darles estatus social y ofrecerles incentivos salariales.
*Profesor Universidad de Cartagena
crdc2001@gmail.com
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